El Compromiso ('ahd) según nuestros maestros Sufies




بسم الله الرحمن الرحيم 
و الصلاة و السلام على أشرف المرسلين
و على اله و اصحابه أجمعين




En la tariqa Karkariya, se trata del tawhîd puro, el compromiso tomado por los hijos de Adam antes de la creación, como nos lo dice el ayat: «Y cuando tu Señor sacó de las espaldas de los hijos de Adam a su propia descendencia y les hizo que dieran testimonio: ¿Acaso no soy Yo vuestro Señor? Contestaron: Sí, lo atestiguamos. » [surat al-Fourqân, ayat 172]
El hijo de Adam escuchó sin oreja la Palabra de Allâh «alastu birabbikum : ¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?» y respondió sin lengua «balâ chahidnâ : Sí, lo atestiguamos»

La palabra ‘ahd fue citada 46 veces en el Corán. Citemos por ejemplo:
«¿Acaso no hice un pacto (‘ahd) con vosotros, hijos de Adam, de que no adorarais al Shaytán? » [surat Yâ-Sîn, ayat 60]  
«No habrá para ellos ninguna intercesión, a excepción de quien tenga un pacto (‘ahd) con el Misericordioso» [surat Maryam, ayat 87]
En cuanto a los Hadices que mencionan el compromiso, 9 de ellos fueron citados en el libro «al-Kawâkib ad-Durriya fi bayâni l-Ossoûl an-Noûrâniya», citemos uno:
Según Mujâchi’ (radiAllâhu ‘anhu) que se fue a ver al Profeta (sallAllâhu alayhi wa sallam) acompañado por su hermano y dijo: «Danos el pacto (bay’a) de la hijra» Dijo entonces: «Ya paso el tiempo de la hijra» Dijo: «Pues ¿qué pacto nos darás?» Dijo: «El pacto del Islâm y del Jihâd» [Sahîh al-Bukhâriy]

El Compromiso según nuestros maestros Sufies:
Allâh subhânahu wa ta’âla dijo: «El Misericordioso, pregunta por El a quien tenga conocimiento (experto : khabîr)». [surat al Furqân, ayah 59]
En esta ayah aparece la palabra «khabîr», pero ¿de quién se trata exactamente?
El «khabîr» es alguien que se impregno de la ciencia ladunî hasta que el espiritu se haya impuesto totalmente sobre lo que es de tierra, al punto que cada atomo de su cuerpo sea embalsamado del Nombre Allâh.

El «khabîr» es alguien que se cumplio por el bâ’ de la Basmala. Citemos la palabra bendecida del Profeta (sallAllâhu alayhi wa sallam) que significa:
«Yo soy la ciudad de la ciencia y ‘Alî es su puerta». Pues Sayidunâ ‘Alî (karramAllâhu wajhah) es, incontestablemente, el ejemplo perfecto del «khabîr», en la ayah precitada. Recordemos también que es por sayidinâ ‘Alî que pasa la silsila (cadena de transmisión) de todes las tariqas desde la época de sayidinâ Abû l-Hassan ash-Shâdhiliy (radiAllâhu anhu). Y una palabra de sayidinâ ‘Alî es muy conocida entre la gente del Tassawwuf: «Lo que se encuentra en el Corán se encuentra en la Fâtiha, lo que se encuentra en la Fâtiha se encuentra en la basmala, lo que se encuentra en la basmala se encuentra en la letra bâ’, el secreto del bâ’ es el punto, y yo soy el punto».

Allâh hizo del «khabîr» la antorcha Muhammadiya de su tiempo, le ha otorgado el mejor carácter, le hizo conocer los secretos de Su Nombre y le hizo extinguirse totalmente en El.
Allâh subhânahu wa ta’âla dijo: «para cada gente hay un guía» [surah ar-Ra3d, ayah 7]
O sea que fue suscitado para cada pueblo una persona que les aclara y les hace conocer la Vía, su antorcha es la antorcha del Mensajero de Allâh (sallAllâhu alayhi wa sallam), transmitida a través de las épocas por la cadena de Luz de la gente de Allâh.

Es en este sentido que debe ser entendido el Hadîth famoso que dice lo que significa:
«Allâh suscita cada cien años en el seno de esta comunidad una persona que renueva su religión ». El Mujaddid (renovador de la religión) es el heredero de la ciencia de sayidinâ ‘Alî (karramAllâhu wajhah), llamada hoy en día ciencia del Tassawwuf, pero que en realidad engloba el conjunto de las ciencias existentes, sean profanas o religiosas. Consideremos el ejemplo del Imâm al-Ghazâliy (rahimahuLlâh), a pesar de que haya alcanzado un nivel de conocimiento excepcional en todas las ciencias que estudió, es solamente después de haber conocido y disfrutado el tassawwuf que pudo escribir lo que iba a ser su obra maestra, y no es un azar si la llamó “Revivificación de las Ciencias de la Religión”. Pues la revivificación de esta religión se hace por el tassawwuf, por la mano del que Allâh suscita cada cien años en el seno de esta comunidad.


Allâh subhânahu wa ta’âla dice en el Sagrado Coran: «Hemos encomendado al hombre tratar con bondad a sus padres, pero si luchan contra ti para que asocies conmigo algo de lo que no tienes conocimiento, entonces no los obedezcas.» [surat al’Ankaboût, ayah 8]
Como lo dice claramente esta ayah, la obediencia a los padres es primordial en nuestra religión, excepto si quieren de nosotros que asociemos a Allâh otras divinidades. Por otra parte, el Sheykh de tarbiya es la única persona gracia a quien el discípulo puede purificarse de toda forma de shirk. Por consecuente, la obediencia a los padres es obligatoria, excepto si estos querían impedir a su hijo ver a su Sheykh. 

Fue relatado del gran Waliy sidi Yoûssouf al-Fâssiy (qaddassAllâhu sirrahu) que tenía un murid joven de edad, hijo de uno de los notables de la ciudad. El padre hacia todo lo posible para cortar toda relación entre su hijo y el Sheykh. Este dijo entonces al muchacho: «Obedece a tu padre en toda cosa, excepto respecto al hecho de venir a visitarnos… » 

Pues sigue la vía de los sâlihin, sigue a los por los cuales se manifiestan las luces divinas, no las luces en el sentido figurativo, sino las Luces que percibe el murid con sus sentidos. No se trata de la luz que pretenden ver los que, por ejemplo, viendo a alguien con ropa linda, limpia, blanca.. dicen oh fulano es munawwar (se ve en él mucha luz)! Tampoco no se trata de la luz que algunos pretenden ver cuando visionan fotos de piadosos… Todo esto es nada más que comedia, palabras que proceden de la nafs y que no tienen ninguna realidad, pues solamente hace falta mirar a esta persona o estas fotos en la oscuridad para darse cuenta de que no queda nada de la pretendida “luz”… 

En realidad, la Luz de que se trata aquí, es la Luz del Imân (la fe), que se encuentra en el corazón, no en la cara u otro. Y para ver si hay en nuestro corazón un poco de esta Luz, no hay nada más simple: despertarse en el último tercio de la noche, hacer su ablución, sentarse en una pieza oscura, en dirección de la Qibla y cerrar los ojos haciendo dhikr… Así, cada uno verá el estado real de su corazón. Si ves solamente tinieblas, puedes entonces estar seguro de que todavía no alcanzaste el maqâm del Imân (la estación de la fe), o sea que estas solamente en el maqâm del Islâm. Allâh subhânahu wa ta’âla dice en el Coran:
«Dicen los beduinos: Creemos. Di: No creéis. Decid más bien: Nos hemos sometido pero aún no ha entrado en vuestros corazones la creencia. » [surat al-Hujurat, ayah 14]
Y como prueba de lo que decimos, citemos también el Hadîth relatado por sayidinâ ibn ‘Abbâs (radiAllâhu anhu) que dice lo que significa: «El Imân es una Luz que Allâh coloca en el corazón de Su siervo creyente. Esta Luz aumenta y disminuye según el cumplimiento de obras piadosas».

Volvemos pues al asunto del parafo, que es la recomendación de seguir a los Sâlihin, los por los cuales se manifiestan las Luces divinas, Allâh subhânahu wa ta’âla dijo de ellos: «Esos son los que Allâh ha guiado: ¡Déjaté llevar por su guía!» [surat al An’âm, ayah 90]
Y hizo seguir directamente esta ayah por: «No han apreciado a Allâh en su verdadera magnitud» [surat al An’âm, ayah 91]
Pues el que no dará su verdadera magnitud a uno de estos Sâlihin, tampoco no dará su verdadera magnitud a la grandeza de Allâh. Al contrario, habrá rebajado lo que Allâh honró y despreciado lo que Allâh amó.

FuenteAl-Kawâkib ad-Durriya fî bayân al-Osoûl an-Noûrâniya - Sidi Muhammad Fawzi al-Karkariy (qaddasAllâhu sirrahu)

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