Ámbito del libre arbitrio
La segunda categoría de
cosas con respecto al Fallo y a la Predestinación, concierne los actos
voluntariamente y conscientemente cumplidos. El hombre emprende estas acciones
siendo consciente de su libertad y de su influencia sobre lo que hace. Siente
la independencia de su voluntad y de su capacidad en su realización.
Este sentimiento, en sí,
es una prueba suficiente de su libertad. Sin embargo, exponemos los versículos
coránicos siguientes como pruebas suplementarias (Pasaje sacado del libro
de M. al-Ghazâlî, La Fe del Musulmán.) :
Allah (‘azza wa jall) dijo:
«Y di: La verdad procede de
mi Señor; así pues el que quiera creer, que crea; y el que quiera negarse a
creer, que no crea.»
Surah 18, «La Caverna», versículo 29
Allah (‘azza wa jall) dijo también:
«Di: ¡Hombres! Os ha llegado
la verdad procedente de vuestro Señor; quien se guíe, lo hará en beneficio de
sí mismo y quien se extravíe sólo se perderá a sí mismo.
Yo no soy un guardián para vosotros.»
Surah 10, «Yunus», versículo
108
Si el hombre no fuera
libre, no se le hubiera hecho asumir la elección de la buena o de la mala vía.
Si no disponía de una voluntad independiente, lo que Allâh (‘azza wa jall) dijo: «Y di: La verdad procede de mi Señor; así pues el que quiera creer, que
crea; y el que quiera negarse a creer, que no crea.» no sería sino futilidad, lo que evidentemente no puede
ser imputado a Allâh. Pues tenemos una voluntad y no somos restringidos en
absoluto.
Allâh (‘azza wa jall) hizo descender el Libro
(el Corán), y ordenó a la gente que siga sus prescripciones y que evite sus
prohibiciones. Para eso, asignó una justa retribución, en este mundo y en el
otro, para los habrán que obedecido y para los que habrán desobedecido.
Envió Su Mensajero (sallaLlahu ‘aleyhi wa sallam) para
llamar a la gente a Su Libro y a Su religión. Le ordenó, así como les ordenó a
los creyentes en el Mensaje, aguantar con paciencia las exacciones de los
incrédulos. Luego les ordenó combatirles por haberse rebelado contra Allâh y
por los castigos que infligían a los creyentes.
Si el hombre fuera tal una
pluma ondeando en el aire que el viento desplaza como quiere sin que tenga la
menor voluntad, no hubiera sido necesario revelar un Libro ni enviar un
Mensajero. ¡Ni la recompensa, ni la sanción tendrían sentido! Todo eso sería
solamente diversión y futilidad absurda. Ahora bien, la futilidad es una cosa
imposible de parte de Allâh (‘azza wa
jall).
Allâh (‘azza wa jall) creó el universo y lo que
contiene. Lo sometió a reglas, leyes y sistemas que lo rigen. Estableció la ley
de causalidad, es decir la relación de causa a efecto. Ahora bien, el hombre
hace parte de este mundo y es sometido a esta ley, tanto en lo que concierne
los asuntos de este mundo como en los del otro.
Allâh (‘azza wa jall) dijo:
«Es la constante de Allah que
ya sucedió otras veces, no encontrarás en la práctica de Allah ninguna
alteración.»
Surah 48, «La Conquista», versículo 23
Así, la
regla/constante/práctica de Allâh requiere que el agricultor, el industrial, el
comerciante y todo trabajador en general cumplan cada uno un acto específico,
que provoca obligatoriamente efectos determinados y apropiados.
Por ejemplo el agricultor
ara, siembra las semillas e irriga la tierra. Si realiza estas tareas,
disponiendo de una tierra fértil, de semillas de buena calidad, y si su cultura
es preservada de todas las plagas, Allâh (‘azza
wa jall) crea entonces, desde la semilla, todo el proceso que la lleva
hasta su estado final.
Si el agricultor había
juzgado que su sorteo ya había sido establecido por el Destino, que lo que
había sido escrito para él tendría fatalmente que ocurrirle, si se había
sentado en su casa sin realizar ninguna de estas tareas, y si el industrial, el
comerciante, y los inventores habían hecho lo mismo, si las fábricas habían
dejado de producir, si los negocios se habían cerrado… la ignorancia se hubiera
difundido en todas partes y el ser humano hubiera dejado de ser desde hace
mucho tiempo.
Y es sorprendente ver
gente creer en las leyes de la Predestinación y rechazar las de la naturaleza.
Aunque Allâh (‘azza wa jall) haya
dijo:
«No hay nada cuyas despensas
no estén junto a Nos y lo hacemos descender en una cantidad precisa. »
Surah 15 versículo 21
Allah (‘azza wa jall) dijo también:
«Él es Quien ha hecho la
tierra dócil para vosotros, caminad pues por sus confines y comed de Su
provisión. A Él es el retorno. »
Surah 67, «La Soberanía», versículo 15
Allâh hizo de la búsqueda
del hombre una causa para el otorgamiento de la subsistencia. Tal es la Regla
de Allâh (‘azza wa jall). Allâh
también estableció una causa para el acceso al Paraíso o al Infierno: la
obediencia o la desobediencia.
Todo lo que Allâh (‘azza wa jall) enunció en Su Sagrado
Libro en cuanto al hecho de poner tal pueblo sobre la vía correcta y tal otro
sobre la mala, es erigido sobre la basa de estas reglas y sobre la relación de
causa a efecto.
Allâh (‘azza wa jall) dijo:
«Allah no se avergüenza de
utilizar un ejemplo cualquiera, ya sea un mosquito o algo de más importancia.
Los que creen, reconocerán la verdad procedente de
su Señor, pero los que se niegan a creer, dirán: ¿Qué pretende Allah con este
ejemplo?
Extraviar con él a muchos y guiar a muchos. Pero
sólo los que se apartan de la obediencia se extraviarán.»
Surah 2, «La Vaca», versículo 26
Allâh (‘azza wa jall) dijo también:
«Y cuando se apartaron, Allah
apartó sus corazones. Allah no guía a la gente descarriada.»
Surah 61, «Las Filas», versículo 5
Allâh (‘azza wa jall)
dijo:
«Di: A los que están en el
extravío, el Misericordioso los dejará así»
Surah 19, «Maryam», versículo 75
Examinando atentamente
estos versículos, constatamos que Allâh (‘azza
wa jall) no puso tal pueblo sobre la vía desviada sino después de su
perversidad; no apartó los corazones de algunos otros sino porque habían si
mismos abandonado la vía recta. No alargó la vida en el vagabundeo del tercer
grupo sino porque ya había elegido la vía del desvío.
Se trata aquí solamente de
la relación de causa a efecto. Es este mismo principio que rige la cuestión de
seguir la vía de la derechura.
Allâh (‘azza wa jall) dijo:
«A los que luchan por
Nosotros, les guiaremos a Nuestro camino, es cierto que Allah está con los que
hacen el bien.»
Surah 29, «La Araña», versículo 69
El hecho de que Allâh les
indique Sus vías es la consecuencia de su combate para la causa de Su religión.
Allâh (‘azza wa jall) dijo también:
«Y a los que siguen la guía
[Allâh] les aumenta en guía y les infunde Su temor. . »
Surah 47, « Mohammad », versículo
17
Allâh (‘azza wa jall) dijo:
«Di: Es cierto que Allah
extravía a quien quiere y guía hacia Él a quien a Él se vuelve.»
Surah 13, «El Trueno», versículo 27
El hombre hace el esfuerzo
de volverse hacia Allâh (es un acto responsable). La consecuencia es que Allâh
le guía sobre el camino recto y le consolida en este. Pues es una cuestión de
causa a efecto.
Allâh (‘azza wa jall) es el Creador del universo
y de sus leyes. Allâh (‘azza wa jall)
es el organizador de estos. Es Él que determinó de antemano la causa y el
efecto. Pues todo proviene de Él y vuelve a Él como lo afirma en el versículo
siguiente:
«Di: Todo viene de Allah.»
Surah 4, «Las Mujeres», versículo 78
Lo que la religión enuncia
entra, de la misma manera que las reglas que rigen el universo, en este Orden
divino, Que creó y determinó toda cosa de antemano.
Tal era la actitud del
Mensajero de Allâh (sallaLlahu ‘aleyhi wa
sallam) en su comprensión de los versículos del Sagrado Corán. Es la vía
que siguieron sus Compañeros en su relación con los Textos de la Revelación:
combatieron en el sendero de Allâh y actuaron en sus vidas según esta base, de
tal forma que enderezaron el mundo y construyeron una civilización humana
única. En su larga marcha no había lugar para el fatalismo y el destino no
servía para justificar la pasividad. Nunca desatendieron su deber esperando que
lleguen los fallos del destino!
Conclusión
A modo de conclusión,
podemos decir que el Libro de Allâh (‘azza
wa jall) afirma que nuestro Señor (exaltado sea) tiene la Ciencia absoluta,
la Potencia y la Voluntad. No hay nada que no sea anotado en Su Saber,
determinado por Su Voluntad, ejecutado y realizado por Su Poder.
Resultó también que el
hombre poseía una ciencia, una voluntad y un poder. Pero es Allâh quien se le
ha dotado.
La cuestión del Decreto y
de la Predestinación es estrechamente relacionada con la fe en la Ciencia de
Allâh, en Su Voluntad y en Su Poder.
El hombre es libre de
elegir y dispone del libre arbitrio. Es responsable de sus actos. Les asume
totalmente, porque son la expresión de la ciencia, de la voluntad y del poder
que Allâh les otorgó y con los cuales le honró. Las obligaciones prescritas por
Allâh a Sus servidores, y la retribución que asignó a sus obras son también
basadas en este principio.
En cuanto a la esfera de
conocimiento que escapa al hombre, y cuya no pudo descifrar el misterio hasta
ahora, concierne la relación que existe entre el Saber de Allâh, Su Voluntad y
Su Poder, por una parte, y entre el saber del hombre, su voluntad y su poder,
por otra parte.
En realidad, la cuestión
del Fallo y de la Predestinación no es la única sobre la cual el hombre se
cuestiona a propósito de Allâh (‘azza wa
jall). Así, los Atributos de Allâh (‘azza
wa jall) y su esencia escapan a la inteligencia humana. Solamente conocemos
los Nombres que derivan de algunos de sus efectos. En cuanto a su verdadera
naturaleza, es imposible concebirla. Está fuera de alcance, así como lo es el
Ser de Allâh (‘azza wa jall)
Desde entonces, si creemos
firmemente en estas Verdades que nos llegaron de la Potencia Absoluta divina y
según esta certitud, ¿por qué será que el hombre quiere vanamente sondear las
profundidades de la cuestión espinosa del Fallo y de la Predestinación?
Esta cuestión no está al
alcance del hombre y no hace parte de sus atribuciones. Es el asunto de Allâh
(‘azza wa jall) y procede de Sus
Atributos de perfección.
Allâh (‘azza wa jall) creó el hombre, le ha
ordenado ejecutar Sus Órdenes y alejarse de lo que prohibió. Se dirigió hacia
su razón, honró su humanidad y le trató según las capacidades de comprensión y
de acción que puso en él.
Nuestra vida, en su
conjunto, es basada en la relación de causa a efecto. Es una Ley divina
universal que rige tanto los mundos superiores como los mundos inferiores,
incluso el mundo del hombre.
Allâh (‘azza wa jall) es Conocedor de toda cosa.
Es Potente, no dejo de tener el Atributo de la Voluntad absoluta. Pero, además,
es Sabio, Justo y Misericordioso. Es El Perfecto por excelencia, no comete
ninguna injusticia, aunque sea del peso de un átomo. No impone a nadie sino en
la medida de su capacidad. No reprocha, en el libro de las obras de cada uno,
los actos del que duerme, del loco, del niño, ni del que actúa bajo coacción.
Incumbe al hombre
responsable hacer lo que se le pide, no actuar como un tonto y dejar de
justificar sus fracasos en el nombre de la Predestinación. La Predestinación no
puede ser un freno para el hombre que actúa, es todo lo contrario, debe
insuflar la fuerza en él, porque el hombre actúa libremente y realmente.
¿Por qué esta cuestión del
Decreto y de la Predestinación fue un asunto de preocupación mayor de la nación
islámica durante su fase de debilidad, de estancación y de declino?
¿Acaso no es, en realidad,
la última excusa detrás de la cual se escondían todos los que descuidaban de
sus deberes, los que siempre fueron un oprobio para su comunidad, una infamia
para su religión y una carga pesada para los que querían seguir el camino
indicado por los predecesores, y lanzarse en el Nombre de Allâh en la
reconstrucción de una civilización humana pura y creyente, conforme con el
orden del Señor (‘azza wa jall)?
Allâh (‘azza wa jall) dijo:
«Di: Actuad que Allah verá vuestros actos así como Su mensajero y los creyentes. Y seréis llevados de vuelta al Conocedor del No-Visto y de lo Aparente que os dirá lo que hacíais. »
Surah 9, «At-Tawba», versículo 105