Al Muhâsibiyyah (Al Muhâsibî)
Uno de los más importantes teólogos (mutakallim) entre los Ahl Us Sunnah del Salaf, Al Imâm Al Hârith Ibn Asad Al Muhâsibî (que Allâh e haga misericordia) dijo:
«Todas las alabanzas pertenecen a Allâh, Señor de los mundos. El fin feliz pertenece a los piadosos. No hay fuerza ni potencia sino en Allâh, el Exaltado, el Todo-Poderoso.
Que la Paz y las Bendiciones se viertan indefinidamente sobre Muhammad el Sello de los Profetas, hasta el Día de la Resurrección.
Las alabanzas pertenecen a Allâh que embelleció los rostros, que les ha adornados para la belleza de los ojos, y que permitió a la lengua pronunciar lindas palabras. Las alabanzas pertenecen a Allâh que hasta la arena glorifica y ante de quien la sombra se postra. Ante Su Majestad las montañas se pulverizan.
Nada se le escapa, ni de lo que está en la noche la más oscura, ni de lo que contienen los mares y sus olas. Sabe todo acerca de lo que está en el cielo adornado de constelaciones y de lo que está en el fondo del mar encrespado.
El es el que devuelve deliciosa la dulzura de Su mención sobre las lenguas de los que Le invocan, El que aterroriza los corazones de los que meditan ante el temor de Sus estratagemas, El que colma de Sus favores el agradecido que Le alaba, El que hace misericordia a los pecadores por una generosidad escondida entre Sus misterios, El que colmó sus servidores por su mansedumbre y que tapó lo que disimularon por la Ciencia.
Él es Quien sabía lo que iba a ser antes de que fuera, Él cuya Ciencia precedió la claridad de los ojos. Él es Quien conoce los misterios escondidos que ni las imaginaciones ni las suposiciones pueden alcanzar.
Se «istawâ 'alal 'arsh» y abrazó el Reino sin que Le veamos.
Está tan cercano que ninguna confidencia se Le escapa. Conoce los secretos de lo que es aún más escondido: las ideas que pasan por los espíritus de los 'Ârifîn antes de que toquen su pensamiento, o las conciencias de los que meditan en silencio, así como las intenciones de las doctrinas de los Teólogos. Pues El es a Quien nada se Le asemeja, es El Creador de toda cosa, y esto desde la nada.
Compartió entre Sus criaturas sus partes de subsistencia y concibió modelos para sus formas, diferentes según su constitución. Pero la creación de todas las criaturas no Le cansó. No confundió ni los modelos de sus formas, ni la variedad de sus idiomas, ni la diversidad de sus doctrinas, ni la diferenciación del color de sus pieles, ni la complejidad de sus sistemas fonológicos, ni los cambios de sus sistemas fonéticos, ni la sutilidad de sus idiomas.
¿Cómo podría ser impotente mientras que son Sus criaturas, sometidas a Su orden y esclavizadas a Él? Pues todos sus destinos dependen del orden Divino: « ¡Kun! – ¡Sé! », conforme a la palabra de Allâh (exaltado sea): «Ciertamente cuando queremos que algo sea, simplemente le decimos: « ¡Kun ! - ¡Sé! », y es.» [Sûrah 16 – Âyah 40].
Bendecido sea Él a quien nada se Le asemeja. Él es Quien escucha y ve. Él es Allâh.
Toda buena acción procede de Sus favores y toda mala acción resulta de Sus pruebas.
Es El que está adorado en Su tierra y en Su cielo, que está ocultado de las miradas de los que ven, de tal manera que ningún ojo Le ve, y ningún discernimiento puede alcanzarle. Por lo tanto es El que colma a Sus amigos permitiéndoles verle en los Jardines de los placeres.
Le pido colmar de gracia al Profeta que ha elegido para ser obedecido y que eligió para transmitir Su Mensaje. Así, el Profeta transmitió el Mensaje, cumplió con la carga que le fue confiada y mereció el poder de intercesión. (Que la Paz y las Bendiciones de Allâh estén con él). »
Fin de citación.
Referencia: Al Qasdu wa Ar Rujû'u Illa Llâh del Imâm Al Hârith Al Muhâsibî (que Allâh le haga misericordia).
Fuente: www.at-tawhid.net
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